Gerard Ruz Miquel nació en Tarragona el uno de enero de 1979. Nacer bajo la influencia de Saturno pronosticaba que sería un joven responsable, emprendedor y fiel, pero nacer siete días después de Jesucristo y siete antes que Elvis le convertiría en un outsider.

Creció en la Cataluña negra – zonas de poca densidad de población, desarrollo lento y contrastes- en la que los talentos escaseaban tanto como el dinero. De joven se va a Barcelona donde recibe lecciones sobre teoría, corrientes y desengaños en una elitista facultad de diseño gráfico. Comparte pisos con gente ilustre, perdedores y gente que se acabaría perdiendo. Conoce a artistas singulares (de una sola obra) y gente con algún golpe, músicos torpes y djs principiantes, tatuadores y marineros, hijos de aristócratas decadentes, skaters, hooligans, gente del norte y del más allá. Juntos recorren locales llenos de ruido donde comunicarse requiere paciencia, ensayan algunos juegos, experimentan, se entrecruzan referencias inventadas y no llegan a ninguna conclusión. No se puede pedir nada más a una ciudad que no sacar ninguna conclusión; de haber alguna certeza ninguno
seguiría viviendo en ellas.

Para no defenestrar su nombre demasiado pronto y mantenerlo alejado de sus acreedores decidió empezar a firmar con otro. The White Ape nació en Barcelona el día que moría Copito de Nieve, príncipe de los homínidos albinos occidentales. TWA recogió gustoso el testigo y se esforzó por colaborar en el desarrollo futuro de la especie cimentando su filosofía, el desarrollo de los pilares culturales y estéticos de la nueva era.

Las columnas sobre las que el coliseo se edificaría eran Black Sabbath y Francis Bacon; los grabados del libro Treinta y seis vistas del monte Fuji -de Katsushika Hokusai- y el Northern Soul, mujeres tatuadas inocentemente en lugares recónditos y las Arts & Craft, la estética victoriana, la estética casual inglesa y los viejos tratados sobre anatomía animal que copiaba de pequeño.

Con estos mimbres, algunas herramientas sencillas y nulo conocimiento de los mecanismos del mercado TWA desarrolla su trabajo de manera ardua, diaria e irregular. Los resultados no han sido óptimos pero el viaje esta siendo divertido. Pasé y vea, participe de este vuelo, fume, coma cacahuetes de manufactura yanqui y pollo plastificado del menú de abordo, descubra lo que la evolución ha dejado dentro de usted.

Si algo no acaba de gustarle disfrace el sabor con wasabi.