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WADO: ARTE / INFO

Nací el 7 de junio de 1963 en Kinshasa, Congo, África.

Mis padres trabajaban como cooperantes para el Gobierno belga.

Al volver muy joven a Bélgica, África me marcó muy profundamente. Olores, ruidos, colores, contrastes, misterios, brutalidad... Normalmente vuelvo bastante.

De pequeño seguí a mis padres por un incalculable número de museos de arte por toda Europa. Me fascinaban las pinturas de los grandes maestros: Caravaggio, Goya, y después Francis Bacon, Picasso... Hice clases de dibujo y pintura durante la adolescencia, pero sin ningún interés...

Después la vida siguió otro camino... Trabajé más de 15 años en el mundo de los negocios. También viajé mucho. Fui grabando el mundo en mis neuronas. Almacené millones de imágenes, miradas perdidas y estropeadas, silencios violentos, sordos combates en aguas turbulentas. Intenté ver lo que está escondido, oír lo que alguien no dice.

El mundo no es el que se ve en las pantallas de televisión, ni tampoco en el papael satinado de las tiendas. Está en las estaciones de tren, en los aeropuertos, en las salas de espera de los hospitales, en las prisiones, en los suburbios podridos, en los salones confortables de las juntas de dirección...

 

 

 



 

 

En 2004 decidí dedicarme realmente a la pintura, que veo como mi forma privilegiada de expresión. Fue como volver a nacer.

Mi pintura es antes que nada un acto de lucha, de rebelión. La rebelión narra nuestra condición de mortales, lucha contra el mundo, su hipocresía, su amoldeamiento, su creciente oscurecimiento. La firma de este combate está representada pictóricamente con un pequeño personaje movedizo, al que llamo Wado, “le guerrier Wado”, y que restituyo en los lienzos con una plantilla de estarcido.

No suelo tener un proyecto pictórico definido cuando empiezo a trabajar. Se trata de un intercambio entre su cerebro y el lienzo, con mi mano como herramienta de transmisión. Los lienzos toman vida en este intercambio y acaban en una especie de ser particular autónomo. Unos dicen que pinto máscaras, cuando se trata más bien de restaurar lo que hay detrás de esta máscara que los humanos llevan y que llaman “cara”. Otros dicen que desentierro cráneos a los que les devuelvo una apariencia de vida dándoles colores. Me gusta bastante esta imagen. De todas formas en ningún caso tengo la intención de hacer algo bonito, de aspecto agradable, y rechazo categóricamente toda idea de academicismo. Entiendo la creación artística como una búsqueda, un ejercicio de total libertad, desvinculado, una forma de transmitir mi visión del mundo. Esto también es el sentido del combate. Los grandes artistas del pasado nos hicieron este regalo de enseñarnos el camino.